HISTÓRIA DO VIOLÃO

Vicente Espinel

Vicente Espinel, músico, poeta e escritor espanhol, nasceu em Ronda (Málaga), em  28 de Dezembro de 1550.  Filho de Francisco Gómez e de sua esposa Juana Martínez. Realizou seus estudos básicos em sua cidade natal, Ronda. Enviado por seu pai, se matricula na Universidade de Salamanca, onde aparece registrado nos cursos de 1571 y 1572. É ai onde aparece inscrito com o nome de Vicente Martínez Espinel.

 Cervantes, Quevedo, Góngora e outros literatos importantes do “Século de Ouro” espanhol são considerados como seus amigos, mas sobretudo Lope de Vega, que lhe dedica sua obra “El caballero de Illescas”, considerando-lhe seu mestre. Foi o criador da estrofe poética “décima” ou “espinela”, escreveu um livro de poesias que ele mesmo chamou  de “Diversas Rimas”,  no qual faz um agrupamento de distintas rimas e versificações (1591). Escreveu um livro autobiográfico chamado “Vida del Escudero Marcos de Obregón ” (1616) e,  foi o impulsor definitivo , com a afinação da atual guitarra, do lançamento da atual “Guitarra Espanhola” que até então era um instrumento vulgar e sem uma afinação concreta. Morreu em Madrid a 4 de Fevereiro de 1624, como Capelão Maior da capela do bispo de Plasencia.

Conheça uma das canções de Vicente Espinel:

Tierno pimpollo, nueva y fértil planta
cultivada en el suelo,
que en breve espacio se levanta al cielo,
oye un pastor que canta
¡Célida mía!, del virgíneo coro
honra, luz, y tesoro,
y al son de tu belleza
muestra de su zampoña la rudeza.

Del sacro bando de la blanca diosa
la escuadra bella, y casta,
que en virtud, y nobleza el tiempo gasta,
la guirnalda olorosa
por mi rústica mano te presenta,
para que el mundo sienta
que aún siendo flor muy tierna,
tu virtud, y valor te hace eterna.

Al son de tu dulcísima armonía
dejó el arco, y aljaba
la ilustre diosa, que en la caza andaba:
quedó su compañía
a tu cantar atónita y suspensa,
de la belleza inmensa,
de la gracia extremada,
envidiosa, contenta, y admirada.

Si el sacro Apolo a Dafne fue siguiendo
incitado y movido
de la belleza, que en el cuerpo vido,
tu hermosura viendo,
la luz del rostro que a la suya excede,
y la virtud que puede
enriquecer mil almas
no se adornara con laurel, ni palmas.

La clara voz que del Ebúrneo cuello
sale hiriendo el aire
con dulce son, y angélico donaire,
el instrumento bello
de piedras finas del dorado Oriente,
tocado blandamente
de la nevada mano
¿al Dios de Delo no dejara insano?

Y más si viera el instrumento amado,
de que se aprecia Apolo
haber sido inventor primero y solo
desenvuelto, y tocado
con tal aire, destreza, y subida arte,
sin duda fuera parte
para dejar las suyas,
y andar siguiendo las pisadas tuyas.

Viera después por las espaldas suelto
el oro más subido,
cual esparcido al viento, y cual cogido
en sutil velo envuelto:
el semblante, el aseo, y la elegancia,
que en la primera infancia
pudo dar claro ejemplo
a las Vestales del sagrado templo.

Y en suma la virtud que el alma adorna
mientras más, y más crece
en los floridos años, más parece
que al primer tronco torna:
que de tan ecelente y gran sujeto
tan limado y perfeto
es justo que se entienda,
que había de salir tan alta prenda.

Mas la dureza de que está vestido
tu tierno, y blanco pecho,
que tiene en llanto mi vivir deshecho,
cansado, y consumido,
tu cuerpo y alma desadorna tanto,
que pone al mundo espanto
ver, que tanta belleza
sustente junto a sí tal aspereza.

Canción, cuando el valor de mi señora
cantes en su presencia,
acuérdale mi mal, y su inclemencia.

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